Pues después de dos días deshacien do maleta y papeles, y con el margen que da un hermano chófer-tardón, resaltaré los últimos detalles de la experiencia entierras bávaras y de la reinserción a esta la boca del infierno solar que tan a gusto se disfruta en el mes de Agosto.
La primera diferencia y la más obvia: el clima. Y al final te acostumbras, que si llueve un día te quedas en casa, pero al quinto ya vas en bici como si nada. El fresquito veraniego (chaquetas y fulares incluidos) es algo que se echa muy de menos.
Sobre todo y ahora con la distancia sé que echaré de menos a los de la cena del Lunes en mi casa, que por ahora sigue siendo Schleissheimerstrasse hasta que pasen los días y me dé cuenta de que no estoy de vacaciones sino de que realmente he vuelto para quedarme. Compañera de piso, de penas y alegrías, de trabajo hasta las tantas de la madrugada y de vino. Chula de guateques y desahogo de conversaciones tendiendo a políticas para arreglar el mundo, o por lo menos para intentar ver un poco más el conjunto; el momento chela pase lo que pase queda grabado. Del género masculino también los hay que se salvan, como el siempre amigo polaco dispuesto a poner alcohol del bueno a nuestros planes; el alemán con acento mejicano que siempre levanta una sonrisa. Por qué no, también el francés, que por fortuna o por desgracia siente tan parecido. También salvaremos a algún muniqués, aunque uno por ser cercano a Franziska y portarse muy bien en los momentos de estrés, y al otro que sigue en modo prueba pero que ha demostrado interesarse un poco más allá también por la persona. El resto bueno o malo queda como experiencia.
Con lo que va a costar no vivir es con esos parques como bosques, oscuros como boca de lobo y que aquí ni se me ocurriría siquiera bordear, y en los que allí disfruté paseando al perro hasta descalza.
Los pequeños detalles son los que hacen de mi casa un auténtico lujo, como son poder moverte por ese "gran pueblo" en bici, rápido y sin peligro alguno. Para las noches de fiesta siempre contar con el tranvía 24h en frente de la puerta de casa. Deporte: como quieras a la hora que quieras y a precio irrisorio en el caso de buscar instalaciones; ni yo o misma hubiera apostado a salir a correr tanto y a las horas más intempestivas. De tiendas, viva el pequeño comercio con bolsa de lona al lado de casa, y en cuestión de moda valga el ejemplo de que nunca habíame yo preocupado por ello y que me he vuelto con una auténtica colección de zapatos; la ropa también preciosa pero a precios desorbitados-viva-el-poderío, y para cadenas pues las tengo ya aquí.
El ritmo de vida de un pueblo grande con dinero no es comparable al de una macro-colmena rodeada de ciudades dormitorio, así es que pido margen para volver a la puntualidad que efectivamente perdí; cuidado con esperar a la estresada-agobiada persona que era.
A nivel profesional evitaré comparaciones, y sólo echaré de menos la consideración que en otras tierras se tiene a los estudiantes, y la eficiencia de los sistemas cuando te lo curras por el camino y pautas marcadas. Volver a acostumbrarse a las barreras burocráticas está costando, aunque ya no sorprenden claro.
A nivel más social y general, ¡viva el libre albedrío! Y esta versión de Babel multicultural que de nosotros depende aprovechar en el mejor de los sentidos.
Es verdad, esta experiencia en el extranjero abre los ojos y el corazón a las oportunidades de todas partes del globo, quita reticencias y miedos, y desmitifica también. Pero sobre todo deja ver claramente lo que tienes y dejas en el orígen, y la valoración es entonces fácil: de Madrid soy y en Madrid me quedo.
Primer Informe Desgobierno
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