La ampliación del intercambio está sólo a falta del consentimiento del rectorado en Madrid.
Merece la pena comprobar que, en menos de cuatro días, mi coordinador aquí me había enviado todos los documentos firmados y sellados al mail. Y ésto con el ánimo de facilitarme la vida y no tan solo el estudio, porque en principio hay tiempo de sobra para acabar el proyecto a tiempo, así es que la relación con la universidad se restringirá al curso de alemán.
Merece lástima comprobar la lacra que soportan en mi universidad origen. Valga el ejemplo de que un profesor en una escuela de ingeniería, en el siglo XXI, se permita el decoro de aseverar sin que se le contraiga nada que "no responde e-mails". Por no hablar de intromisiones en vida ajena a las que por desgracia estamos acostumbrados. Detalles que espero pasar pronto.
Un lujo el haber escapado algunos momentos con vosotros, aunque hayan sabido a poco. Alegra saber de vuestros planes y del día a día. Esta vez sí miré por la ventanilla del avión con el gusanillo de quedarme.
Para mayor alegría he recibido una fantástica visita: Tai y Fran. Los días claro que se hicieron cortos, y no sólo por las pocas horas de luz que nos dejó el vendaval de nieve. Ha sido genial teneros en mi nuevo hogar y compartir mis sitios favoritos, que ahora suman vuestro recuerdo.
El pan de cada día aquí se refiere a las ingentes cantidades de nieve que caen durante las 24h, dando lugar tras las noches a gruesas e informes capas de hielo. Por cierto que con ellas hemos lidiado mi bicicleta y yo, creando debate sobre los milagros, porque devota como soy de la Ley de Murphy me sorprende no haber resbalado hoy con el portátil justo en la puerta de mi casa. Pero imagino ya vendrá en buen tiempo y las faldas, y las caidas y raspones que compensen tamaño desvío de la entropía del universo. Sirva de ejemplo el regalito que encontramos en la noche de fiesta muniquesa: sí, es un vaso de cerveza, completamente congelada, con el detallismo de Tai de ponerle nieve para asemejar espuma. Creo que asustó más que gustó, aunque las risas dieron para esperar el tranvía y el vaso luce en mi cocina.
Como a la temperatura acaba una acostumbrándose, si en mayo me veis en tirantes no asustarse, es parte de la "adaptación-bávara"; menos mal que dejé el rubio atrás.
Siguiendo con celos culinarios, mañana por la noche mis amigos japoneses preparan shushi y, para contrastar, planeo deshacerme del trozo de jamón que me empaquetó mi mami haciendo croquetas en mi cumple. Espero que sea la envídia la que mueva montañas, o por lo menos a alguno a apuntarse ese fin de semana.